Campaña remolachera 19/20: año clave para construir el futuro del sector en España

Carta abierta. Ana G. Zamarreño, Gerente de Agroteo

Llega el momento de la siembra de remolacha y hay que tomar la decisión. Pero este año el remolachero tiene que hacer doble esfuerzo, porque se encuentra con un cambio de modelo que modifica la forma de retribución del cultivo.

Para decidir bien, es fundamental entender cómo funciona el modelo, analizar fríamente los costes de tu propia explotación, y calcular la rentabilidad de la remolacha contando con un precio mínimo de 39€/t, no de 26 que es el precio base. Sí, 39€/t que vienen de sumar esos 26€/t de precio base, más alrededor de 11€/t de ayudas (porque habrá seguro algo menos de remolacha), más un mínimo de 1,6€/t de complemento del azúcar. Y, ¿por qué un mínimo de 1,6€/t? Porque el precio actual para los compradores que no tienen contratos a largo plazo (precio spot), se sitúa ya en febrero en los 440€/t y será esta tendencia la que marque el periodo de contratación de azúcar para la Campaña 19/20 que se inicia en marzo. Además, el hecho de que ya se ha anunciado el cierre de una fábrica alemana, lo que supone 700.000t menos de azúcar en Europa, y que se estima que las siembras en Francia caerán sobre un 15%, implicará que el balance entre consumo y producción en Europa se equipare y el precio siga repuntando. Y si eso ocurre, los 39€/t, podrían llegar a más de 42€/t según suba el precio del azúcar.

El margen del cultivo hay que compararlo con el de las alternativas que tengamos en cada zona, pero también en términos de riesgo, tanto por la inversión inicial en el mismo, como por la incertidumbre del precio y del pago que la mayoría de cultivos de regadío tienen. La remolacha sigue teniendo una garantía de precio mínimo conocido antes de la siembra, con una financiación de costes del cultivo de más del 50% (entre anticipo, semilla y cosecha, para el agricultor que lo desee), y la absoluta certeza del pago de la misma. Además, los modelos de Ingreso Garantizado minimizan el riesgo de una mala cosecha, pues garantizan un rendimiento mínimo. No hay ningún otro cultivo que ponga encima de la mesa 2.000€/ha antes de iniciar la siembra.

También en la decisión influirá valorar las graves consecuencias de que el cultivo alrededor de una fábrica de azúcar desaparezca: menos opciones en rotación, bajada de precios de los otros cultivos alternativos, cierre de fábricas, desempleo, despoblación…

Y sí, tomar esta decisión implica también asumir un cambio casi cultural, donde la remolacha y el azúcar pasan de estar protegidos de los vaivenes del mercado, a jugar en una liga mundial de oferta y demanda liberalizadas, en la que hemos de ganar con esfuerzo nuestra plaza para seguir participando.

Más allá de la opción individual, del resultado conjunto de las decisiones de agricultores e industria dependerá demostrar a Europa que con la liberalización del mercado, España seguirá en este sector.

De todos depende decidir si dejamos que los productores franceses y alemanes introduzcan su azúcar en España, o si les plantamos cara con el que nosotros sembramos y extraemos.

De todos depende dejar que sean ellos los que se aprovechen de la inminente subida del precio del azúcar, porque ellos ya adoptaron el cambio de modelo y cobran más a medida que el azúcar sube, o si los remolacheros españoles son los que también se benefician de esta subida, porque confían en que este nuevo modelo no tiene porqué mermar su rentabilidad.

En definitiva, la apuesta colectiva por la remolacha en España ayudará a que la industria y los remolacheros franceses y alemanes no ganen el partido, principales causantes de esta situación. Ellos fueron los que fomentaron las siembras de una manera irresponsable, incrementando la oferta y haciendo que los precios hayan bajado hasta límites insostenibles con el objetivo de acaparar nuestro deficitario mercado en producción de azúcar. Ellos son el verdadero enemigo, no les dejemos libre nuestra plaza en esta liga.